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Destino

  • 4 feb 2020
  • 2 Min. de lectura

Hay una historia que cuenta que en el cielo existen asambleas donde los ángeles reunidos con Dios deciden en qué hogar quieren nacer. Esa historia linda ha llenado mi corazón y me ha convencido de que fueron mis hijos quienes me eligieron como mamá. Lo mismo debió pasar conmigo, seguro yo también escogí a mis padres.


Cada familia se forma de historias que la anteceden, algunas que se conocen y otras que vivirán anónimas hasta que alguna verdad que nadie comprende las develen.


A pesar de la misma sangre, la empatía y los intereses son los que unen a los miembros de las familias en el tiempo, algunos mantendrán una cercanía y otros no lo harán.


Para mi ha sido muy sanador entender que el hecho de que tenga la misma sangre que mi familia y que esa característica nos asemeje en rasgos y formas de ser, somos libres de actuar independientemente y de coincidir o no con respeto. La familia que se mantiene unida es la que integra a todos y los respeta en esencia para que puedan ser. Entender a mi familia ha sido entenderme.


A mis veinte y siete años me preparé para ser mamá primeriza por instinto, a pesar de los libros y las experiencias que me rodeaban no tenía idea de cómo iba a ser “ser mamá”, con Josemaría fue así, con Manu ya tenía más idea. No fue fácil ser mamá encargada de cuidar otras vidas, no fue fácil saber cómo actuar frente a las nuevas situaciones, tuve días de llanto donde le pedí a Dios que me guíe para no equivocarme.

Lo que fue fácil, fue amar a mis hijos y hacer de ese amor la base de la vida, aprender a amar de verdad. Fue muy fácil enamorarme de sus manitas, sus pies chiquitos, su mirada limpia, su olor, sus primeras sonrisas y todo lo que descubría mientras crecían. Ha sido fácil ponerlos a ellos por sobre todas las cosas y honrar mi promesa de ser madre y proteger su propia naturaleza. Ha sido fácil hacer lo mejor para ellos a pesar de los errores.


Las familias tejen historias pero yo quise que mis hijos tejan la suya propia, que inicie desde su alma y los acompañe en su vida.


En el fondo de mi ventana nace la vida cada nuevo día, hoy esa vida nació con un medio Cotopaxi acompañado de nubes grandes y tímidos rayos de sol. Me levanté zombie a preparar el desayuno de dos adolescentes que hoy terminan exámenes, uno de ellos viaja mañana a su paseo de fin de colegio. Los padres que viajan con los chicos nos han pedido que madruguemos al aeropuerto y que estemos tranquilos.


Lo primero que haré mañana es tomarme un café, luego bendeciré a mi hijo y reviviré en mi mente mi propio paseo de fin de cole. Cada etapa tiene sus felicidades.


Mis hijos son la parte más importante de mi destino.


@lacarmenirene





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