Luz y Sombra
- Carmen Irene
- 4 ago 2021
- 1 Min. de lectura
Hoy me desperté a las 4:30 am algo que no me pasa muy seguido, empecé el día con mis oraciones y a las 6:00 salí a caminar con dos amigas. Caminamos siete kilómetros, por fin no me cansé. Hace unos meses no sentía que estaba lista para una disciplina o rutina, ahora mi cuerpo se adapta y siente que lo está, eso es lindo.
Tengo la filosofía de no forzar ni forzarme, la aplico en casi todas las áreas de mi vida. No me forzo a caminar, camino hasta que disfruto, paro cuando debo parar. Parece que así mi cuerpo y yo nos entendemos, yo no lo lesiono y él va recordando su actividad y cada día avanza un poco más.
Creo que cualquier cosa forzada puede romperse, así como cuando me he puesto ropa de tallas más pequeñas y he escuchado el crash de la rotura. Por ahora no quiero forzar nada en mi vida.
Hoy mi mami hubiera cumplido setenta años, ella murió de veinte y ocho. Mientras más pasa el tiempo, es extraño, pero la siento más cerca, como si estuviera pegada a mi. Me la imagino con sus ojos verdes inmensos llenos de ternura, orgullosa de la mujer que soy.
Hoy caminé con ella y festejamos juntas aunque estemos en lugares diferentes. De la muerte aprendí que cuando el amor existe, las dimensiones son subjetivas y a veces solo es necesario un suspiro para notar que aquel ser que amamos está ahí.

Cirene
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